Ayer, me levanté pronto, raro en mi, y sobre todo un domingo y me fui a caminar entre árboles, pajaritos y un río revuelto que me trajo sensaciones que me resultaban familiares.
Hacia mucho que no me encontraba en una situación de transición como esta.
Definir mi nuevo rumbo a todos los niveles, como redirigir los proyectos, mi relación, mi trabajo, mi Yo, mi todo, está resultando ser una tormenta con sus rayos, truenos, vientos, goterones, ruido…y todo ello mientras intento poner orden.
En silencio, me detengo bajo un árbol que me invita a apoyarme en su tronco y dejar ir todo lo que no es, todo lo que no me deja Ser, todo lo que no Soy.
El Sauce Llorón, me desnudó, me lo permití, me susurró al oído hermosas palabras de aliento y esperanza. «Busca tu centro en medio del caos»me repetía una y otra vez.
Antes de cambiar mi rumbo, en Galicia, viví una de las peores tormentas emocionales qué había experimentado en mucho tiempo, todo se derrumbó para volver a empezar…sieeeeempreeeee volviendo a empezar, resulta agotador si, pero, digo yo, si al final todo se pone en su sitio, que narices hago yo, dejándome llevar por el barullo mental y además, que narices hago yo, si muchas de estas circunstancias no tienen que ver conmigo…
El Sauce Llorón, me ofreció la oportunidad de observar que si tus raíces son fuertes, tu tronco firme y seguro y tus actos flexibles como sus ramas, nada absolutamente nada tiene el permiso de entrar, perturbarte, o tambalearte a no ser que se le permita.
Hemos de recordar que, dentro de la tormenta, hay tambien un ciclo natural que hay que dejar pasar, es el caso que avecina el éxito y el confort emocional, es la madre de todo orden, es sin más, la preparación para un sosiego que vendrá, indudablemente, siempre y cuando aceptes el trato.
Aceptar, observar, respirar y dejar ir.